La Esperanza se despidió ayer de La Plazuela, su barrio, entre multitudes con una procesión que la llevó a San Lucas
La coronación canónica de Nuestra Señora de la Esperanza empieza a vivir
sus días grandes y culminantes. El fin de semana fue más que intenso,
desde el pregón del sábado hasta ayer, que desde temprano, a las 9,30
horas, empezaron a sucederse las citas extraordinarias. Esa primera, una
misa en La Plazuela, estuvo totalmente protagonizada con La Esperanza
en el palio de los Dolores, preciosa vestida toda entonada en negro:
manto, toca sobremanto y saya de Los Dolores, con rostrillo realizado
con un encaje de Bruselas del siglo XVIII; cruz pectoral regalada por
Las Tres Caídas y el pañuelo que le obsequió la hermandad de El
Consuelo. Atrás no se quedó la exquisita decoración floral del paso -en
lo que interviene muy de cerca el hermano mayor, Ildefonso Roldán-,
compuesta por rosas isabelinas, rosas de pitiminí, rosas swin, mini
calas blue, flor de arroz, hojas de yedra, tulipanes y bouvardias,
flores que evocan al amor, la belleza y la fidelidad. La ceremonia
religiosa fue solemne, muy participada de gente, pero al mismo tiempo
acogedora, gracias en gran medida a los encantos que regalaron un
entorno singular. Y, desde entonces, horas de espera a que llegaran las
siete y media de la tarde para que la Virgen se despidiera de su
Plazuela, hasta dentro de 12 días, cuando vuelva coronada. Ambiente de
los grandes, con una multitud que tomó las calles desde Empedrada en
adelante para vivir de cerca los momentos de la salida de La Esperanza,
gentío que se congregó a sabiendas de todo lo extraordinario y muy
cofrade que sucedería.
Nadie se quiso perder el paso de la Señora entre las gentes de su
barrio, entre pétalos de flores, entre versos proclamados desde un
balcón por el sevillano Miguel Ángel Segura, entre colgaduras, calles y
casas engalanadas. Hasta los mismos adoquines de la calzada se vistieron
de fiesta, en la que estuvo muy presente la música cofrade que movió
los pies de los costaleros para llevar con esmero y mimo a La Esperanza
al son de marchas dedicadas a imágenes coronadas. Nada más salir,
Coronación de la Macarena y Esperanza de Triana Coronada, un poco mas
adelante Encarnación Coronada. Más tarde, el registro cambió a notas más
sacramentales al acercarse a San Miguel, donde aguardaba otro de los
momentos grandes e históricos. En el cancel esperaba el Santo Crucifijo
de la Salud en un precioso altar, para recibir a La Esperanza con los
hermanos del Silencio escoltando a su crucificado con cera en mano y
esperando rendir homenaje a la Reina de la Plazuela. El bullicio dejó
paso a un prudente murmullo porque se rezó y porque el momento lo
requería: oración del párroco Ángel Romero, canto de la Salve por Ángel
Hortas y adoración al Lignum Crucis que la hermandad puso a los pies del
Crucifijo.
Francisco Aleu fue el fiscal de música, como
casi siempre, y se ocupó de ir seleccionado la banda sonora de cada
momento, como así sucedió desde el inicio hasta el final sonando marchas
relacionadas con El Carmen cuando se llegó a la basílica, las marchas
dedicadas a la de La Plazuela por su coronación y Dolores al alcanzar
San Lucas. Mención especial merece el amplísimo cortejo de hermanos que
escoltaron a La Esperanza formado por unos 450 cofrades de La Yedra,
según datos de la hermandad; desde los más jóvenes hasta los veteranos y
con representaciones corporativas de hermandades como Buena Muerte,
Cristo de la Expiración, la presencia en la presidencia de las Tres
Caídas, la Armada y la Guardia Civil.
Día para la
historia y para la expectación de lo que está por venir. Si ayer fue
grande en todos los sentidos, ¿qué sucederá el día 14 cuando La
Esperanza vuelva a La Plazuela ya coronada?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario